El casting de mi película
"El vino en nuestra memoria sensorial nos transporta a momentos únicos, que regresan cuando volvemos a probar ese vino.
Cuando abres una botella en un momento inolvidable, esa botella se convertirá en un trasladador natural a las personas, los quereres, los escenarios.
Ensenada vendimia 2007
Fui invitado a la vendimia de la vinícola Santo Tomás, en una visita de cuatro días que culminaría en la verbena tradicional.
En el viaje a Tijuana me topé en el mismo grupo a Camilo Orozco, colaborador conmigo en Los Danzantes y Julio Sieck proveedor de Ferrer, uno de los principales distribuidores de vino mexicano en esos días.
Tres experiencias únicas vivimos en aquella visita.
Una de ellas cambiaria y decidiría el rumbo de mi vida, y las otras se incluirían en mis enorecuerdos mas queridos.
La tarde que nos llevaron a una comida campestre, en su bodega de el valle de San Antonio de las Minas, después de comer, como a las 5 a Julio se le ocurrió ir a visitar la bodega CASA DE PIEDRA, que nos dijo estaba a tiro de piedra caminando, la tarde era tibia, el aire limpio, el cielo se veía tan luminoso y azul.
En efecto estábamos como a 500 metros. Así que Camilo, Julio y yo tomamos camino, sabíamos que teníamos más de una hora para que el camión partiera de regreso a Ensenada.
Tocamos a la puerta y preguntamos a quien nos abrió si podríamos visitarla y si se encontraba el Ingeniero Hugo D’Acosta. Nos dijeron que sí y lo llamaron. Hugo salió a recibirnos y nos guió por su casa, salón de exhibición, bodega, y nos enseñó su laboratorio, tinas de fermentación y botelleros.
Nos condujo a una mesa de madera en medio del viñedo. Regresó a la bodega y trajo una botella aun no etiquetada de su Vino de Piedra 2004, el cual nadie había probado aún y la descorchó con nosotros.
El crepúsculo nos alcanzó. Pero esa tarde me hace recordar perfectamente el aire con olor a viñedo, el cielo con tonos azules, naranjas, rosas y blancos, la textura de la madera de la mesa.
Del vino recuerdo sus sabores secos, los frutos rojos, el salado sutil característico de la región, la textura en boca, la intensidad y la complejidad de sus sabores.
La compañía de esos dos amigos que hoy ya no estamos tan en contacto como quisiera y del propio D’Acosta contándonos emocionado de su vino, orgulloso como un padre y la platica que sostuvimos por dos horas.
No se si fue la tarde, los amigos o el vino, pero esa es sin duda una de las experiencias mas inolvidables con vino en mi vida.
Epílogo.
Cuando terminamos la plática y casi cuando comenzaba a anochecer regresamos a la bodega de Santo Tomás y claro, el camión había partido sin nosotros.
Nos dispusimos a estirar el dedo y pedir aventón, ya que Ensenada estaba a varios kilómetros. Una camioneta se detuvo, corrimos para alcanzarla y el que manejaba era (como en un paneo) el Ing. Eduardo Liceaga, fundador de Viñas Liceaga y el cual me llamaba cariñosamente tocayito, en la oscuridad del regreso, viendo al horizonte y con una sonrisa, una voz en mi cabeza decía “que bueno esta el casting de mi película”

Eduardo Lucero. Tiene 23 años en la gastronomía y la restaurantería de este país, colaboró con los grupos Danzantes y Azul y Oro, investigador, catador amante del vino y cocinero, da consultorías integrales de restaurantes y hoy es propietario de TU CEVICHE donde se crea una visión diferente y mas contemporánea de la cultura del ceviche y la gastronomía que lo rodea en un contexto mexicano.